Son las 7 de la mañana. Te despiertas y como siempre saludas a tu asistente virtual. ¡Buenos días! ¡IA! ¡Pero silencio! Ninguna respuesta. Revisas el teléfono, pero la aplicación de calendario no carga. Intentas encender tu computadora. ¡Nada! Los servidores globales de inteligencia artificial están apagados.
Esta dependencia total no solo afecta a consumidores. Los hospitales usan IA para programar cirugías y monitorizar pacientes. Las aerolíneas para planificar vuelos y rutas. Un fallo prolongado podría generar un caos logístico y social. Y aquí viene la pregunta importante.
¿Quién sabe qué hacer si la IA desaparece? ¿Quién recuerda cómo escribir una carta a mano, usar un mapa físico o simplemente memorizar un número de teléfono? El problema no es la IA en sí
La tecnología es maravillosa. El riesgo real es la falta de planes alternativos, lo que en ciberseguridad llaman sistemas de respaldo. Si dependemos absolutamente de un solo sistema, un fallo o un ataque puede paralizar todo. Y como dice el refrán, no pongas todos los huevos en la misma canasta, aunque esa canasta se llame inteligencia artificial.
Así que la próxima vez que uses la IA para pedir una pizza, pregúntate. ¿Podría hacerlo sin ella? Si la respuesta es no, tal vez sea hora de practicar. Porque quién sabe, tal vez mañana los servidores se apaguen. Y lo único que tengas para cenar sea un paquete de fideos olvidado en la despensa.
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