Imaginemos que abres una aplicación de IA, redactas una descripción como una pintura al estilo impresionista de un atardecer en Marte, y segundos después, tienes una imagen única, impresionante y lista para imprimir. ¿Esa imagen es tuya porque diste la idea? ¿Es de la empresa que desarrolló la IA? ¿O no pertenece a nadie porque fue creada por una máquina? Este debate no es teórico. Ya hay juicios en marcha. En Estados Unidos, por ejemplo, la Oficina de Derechos de Autor ha declarado que las obras creadas sin intervención humana significativa no pueden recibir copyright.
Sin embargo, hay países que están considerando lo contrario, otorgar los
derechos al usuario que proporcionó las instrucciones, siempre que pueda
demostrarse que su aportación fue creativa. Entonces, ¿Qué nos depara el
futuro? Algunos expertos proponen un nuevo tipo de licencia especial para obras
generadas por IA, que reconozca la contribución humana en la idea y el control
del proceso, pero que también indique que fue asistida por un algoritmo. Lo que
está claro es que la batalla legal apenas comienza.
Los tribunales, las empresas y los creadores independientes tendrán que
encontrar un equilibrio entre proteger la creatividad humana y aprovechar el
potencial de la IA.
Y mientras tanto, cada vez que uses una inteligencia artificial para crear
algo, recuerda, la pregunta no es sólo si te gusta el resultado, sino si
realmente puedes decir que es tuyo.
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