Del estudio: “Al aceptar este equilibrio entre emisores e investigadores frente al misterio de la audiencia, debemos reconocer que resulta difícil establecer:
- qué es estrictamente escuchar radio (¿dejarse acompañar por sonidos?, ¿regular la propia vida social?, ¿contar con una especie de acompañamiento terapéutico mediático?, ¿reemplazar al reloj?),
- quién escucha (veremos que nos parecerá mejor despersonalizar las preguntas) y
- cuánto tiempo lo hace (escuchar distraído, esperar la señal horaria, ¿es escuchar radio?, ¿para qué objetivos de investigación?).
Todos esos datos son necesarios, todos ellos, para construir cualquier estudio básico de los efectos como sería el de un rating confiable; desde esa debilidad de base se entienden las profundas dificultades que enfrentamos al tratar de comprender qué se escucha y cómo procesa la audiencia lo escuchado.
Por esas razones este estudio, centrado en los efectos de la radio, no se propone estudiar su público, sino contribuir a la generación de las condiciones requeridas para que ese tipo de estudios sea fecundo: se trata de capturarlo conceptualmente. La estrategia elegida obligará, por un lado, a indagar y poner en evidencia de qué hablamos cuando hablamos de radio y, por el otro, a dialogar con otras estrategias de investigación de larga tradición teórica y empírica; el diálogo no se establecerá desde una posición erudita –por otro lado, insostenible—sino desde una modesta búsqueda de complementariedad”.
El siempre interesante tema de los oyentes se suma esta semana a la serie de reflexiones que solemos hacer sobre el medio de comunicación sonoro. Hoy, ponemos a disposición de los lectores un texto de José Luis Fernández sobre las audiencias. PDF disponible.
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